En el último tiempo se popularizó el consumo de dióxido de cloro como terapia alternativa para tratar el Coronavirus. Hay que señalar que se trata de un químico altamente peligroso para la salud humana, que causa insuficiencia renal, alteraciones cardiológicas, hepáticas y daña el tracto intestinal.
Las sociedades científicas de todo el mundo aún trabajan en el desarrollo de tratamientos y vacunas para el Coronavirus, entre tanto, en los últimos meses cobró fuerza el consumo de dióxido de cloro para, supuestamente, prevenir o tratar la enfermedad. Este comportamiento no sólo se basa en creencias que no tienen ninguna evidencia científica que apoye la seguridad o eficacia de esta sustancia química, sino que constituyen un riesgo real para la salud de quienes lo toman.



La responsable del Centro de Información, Asesoramiento y Asistencia Toxicológica de Entre Ríos (Ciaater), Analía Corujo, explicó: “El dióxido de cloro no se puede transportar porque es un gas muy reactivo, se tiene que producir in situ, por eso el kit que se promociona tiene dos componentes: por un lado el clorito de sodio y por el otro un ácido”. Y agregó: “Cuando el dióxido de cloro se forma en el organismo al mezclar estos dos componentes, es cáustico, es un poderoso oxidante que va destruyendo células, por eso alertamos sobre la peligrosidad de su consumo”.



En cuanto a los efectos nocivos, Corujo indicó que el uso prolongado de dióxido de cloro provoca lesiones corrosivas en todo el tracto gastrointestinal, pudiendo provocar también insuficiencia renal, arritmias cardiológicas y alteración de las enzimas hepáticas.



Uno de los fundamentos que esgrimen los defensores de su consumo es que, supuestamente, oxigena la sangre. Este argumento también fue rebatido por la especialista: “No sólo no oxigena la sangre en absoluto, sino que impide que se oxigene y rompe glóbulos rojos; si uno observa la fórmula química de las reacciones entre el clorito de sodio, el ácido clorhídrico y sus interacciones, en ningún momento libera oxígeno”.



De hecho oxida y destruye componentes celulares como el hierro de la hemoglobina (que es la proteína de los glóbulos rojos que transporta el oxígeno a los tejidos), haciendo que la hemoglobina sea absolutamente ineficaz para transportar oxígeno.



Además de nocivo, es ilegal

Como se indicó, hay que preparar el dióxido de cloro en el momento en que se lo va a utilizar, y tiene usos muy específicos: se lo emplea para potabilizar el agua; se lo utiliza en la industria del papel para tratar la pasta de celulosa, y también tiene aplicaciones en otros procesos industriales; pero no tiene uso médico bajo ningún concepto.



De hecho, rige la disposición 11213/17 de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), por la cual se prohibió su uso, distribución y comercialización como medicamento.



Al respecto, Corujo recordó que para que un producto sea aprobado y se lo pueda ofrecer al público como medicamento, antes debe superar muchas fases en el proceso de investigación. Además de tener que probar la eficacia del producto para el tratamiento, otro aspecto fundamental es que debe demostrarse que sea seguro para las personas, y el dióxido de cloro no cumple con ninguna de estas condiciones: por un lado no hay registro, no hay evidencia científica de que produzca algún beneficio; y por el otro está demostrada fehacientemente su toxicidad y el daño que provoca en las células.



Cómo deben proceder quienes hayan comenzado a consumirlo

La persona que ha comenzado a consumirlo, debe abandonarlo de inmediato; si no ha tenido efectos adversos, con dejarlo sería suficiente sin necesidad de consultar a un médico.



Ahora bien, cuando las lesiones son corrosivas en el aparato digestivo, pueden llegar a desencadenar complicaciones más graves con el tiempo. “Que una persona no tenga una intoxicación aguda no descarta que tenga efectos crónicos o a largo plazo”, señaló Corujo. Por eso recomendó a quienes hayan tomado dióxido de cloro que, ante cualquier duda o malestar, consulten a un médico, “para que lo evalúe, que le pueda indicar algunos análisis complementarios de acuerdo a qué se ha visto afectado, y que determine qué tratamiento se le da en base los resultados obtenidos”, completó la especialista.



Por último, cabe recordar que desde el surgimiento de esta nueva enfermedad a finales del año pasado a la fecha la ciencia ha avanzado: cada día se conoce mejor el virus, se mejoran los tratamientos y se dan pasos certeros en los diferentes procesos de desarrollo de vacunas. No obstante, aún no se ha encontrado un tratamiento probadamente eficaz, y todavía falta para arribar al desarrollo de una vacuna efectiva, segura y que esté en condiciones de llegar a toda la población.



Mientras tanto, hay que saber que no existen curas milagrosas, y que es necesario renovar el compromiso personal de sostener diariamente las medidas de cuidado: higiene de manos, limpieza de superficies de contacto, mantener la distancia social y el uso tapabocas o barbijos.



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