Con 50 chicos de toda la provincia, se concretó en María Grande la 24ª edición del campamento para niños diabéticos. La actividad, organizada por el servicio de Endocrinología, Diabetes y Nutrición del hospital Materno Infantil San Roque, es respaldada por un importante equipo interdisciplinario.
En esta oportunidad el parque acuático Interlagos y las Termas de María Grande fueron el escenario de una nueva edición del campamento para niños diabéticos que organiza cada año el servicio de Endocrinología, Diabetes y Nutrición del hospital Materno Infantil San Roque. Los 50 chicos que acudieron al campamento, provenientes de toda la provincia, participaron de actividades lúdicas e informativas supervisados por el equipo interdisciplinario de profesionales y colaboradores del servicio.



Hay que señalar que el hospital San Roque es el principal centro de derivación de la provincia, donde se atiende a los niños con diabetes tipo 1 (insulinodependientes) desde el nacimiento hasta los 15 años inclusive. Allí se maneja un flujo estable de unos 200 chicos: si mantienen un buen control asisten cada mes y medio o dos meses, y en los casos captados más recientemente se los observa de una a dos veces por semana en el servicio.



El equipo interdisciplinario del servicio está conformado por los médicos Ángela Figueroa Sobrero, Ernesto Bogado y Gerardo Traverso; las nutricionistas Luisina Iturria, Delfina Heymo y Mariana Harris; la profesora de educación física Alejandra Pérez; los educadores Tomás Dutrá, Ariana Cabrera y Florencia Díaz; las enfermeras Estela Larrosa y Susana Waigandt; y la psicóloga Natalia Orzuza.



La responsable del área, Ángela Figueroa Sobrero, destacó que la actividad es muy importante para el servicio “por el hecho de que vienen chicos de toda la provincia, se conocen en el campamento, se da un intercambio y ven que no son los únicos que tienen esta patología; donde también reforzamos las acciones de autocuidado”, precisó.



En la jornada los niños se controlan, se aplican insulina y participan de talleres y actividades lúdicas sobre alimentación, conteo de hidratos de carbono y situaciones especiales (por ejemplo previendo que en días de lluvia los chicos generalmente presentan niveles elevados la glucemia), donde se les enseña a interpretar los valores y las correcciones.



“Buscamos que logren una autonomía entre los nueve y los diez años: tratamos de que a esa edad ya puedan hacerse el autocontrol, ver qué nivel de glucemia tienen, que conozcan sobre el control en sangre y el control en orina, y en base a eso pueden discutir con los papás qué cantidad de insulina se ponen”, explicó la especialista.



Importancia del autocuidado

Estos pacientes deben saber llevar cabo el control adecuado de su condición porque, si se descuidan, las descompensaciones pueden dar lugar a dos urgencias:

- En hiperglucemia (al tener la glucemia muy elevada) se produce la denominada cetoacidosis, que es un cuadro que empieza con vómito, dolor abdominal y orina frecuente que hace que el chico se empieza a deshidratar, e incluso puede llegar al coma.



“De hecho el 35 por ciento de los chicos de nuestra provincia debutan con la enfermedad en coma por esta causa, por eso también es necesario difundir cuáles son los síntomas del inicio de la diabetes: tomar mucho líquido, orinar mucho, bajar de peso”, enfatizó la referente.



- El otro cuadro es hipoglucemia, que se produce cuando baja mucho el azúcar, y puede provocar convulsiones.



Pero además, la meta del buen control metabólico está ligada a la educación diabetológica en cuestiones como especificidades de la insulina, o la importancia de la alimentación y la actividad física para estos pacientes, y al rol de la familia acompañando. Por lo tanto desde el servicio también se entrena a los padres: “Entramos siempre en equipo: con la psicóloga, la nutricionista, la enfermera y el médico, trabajando sobre la modificación de aquellas acciones que no son saludables, para que la familia pueda hacerle frente a la enfermedad de la mejor manera posible y en definitiva esté bien el chico”, señaló Figueroa Sobrero.



El entorno cobra especial relevancia en el caso de los niños, porque si sus padres desconocen los tipos de insulina, cuánto se debe aplicar, cómo se deben hacer las correcciones y qué se hace en situaciones de emergencia, es muy difícil que el chico tenga un buen control.



No obstante, siempre que se cuiden y respeten los controles, la diabetes no es una limitante para que los niños puedan desarrollar una vida perfectamente normal. “Hay deportistas de elite que son diabéticos, chicos universitarios, tenemos pacientes nuestros que han tenido hijos (incluso mellizos) sin complicaciones, así que la enfermedad no les representa una limitación en ningún campo de sus vidas”, indicó la especialista.



Finalmente, cabe recordar que en la provincia de Entre Ríos funciona el Programa de Prevención de Diabetes y Factores de Riesgo Cardiovascular, que suministra todos los insumos necesarios (lancetas, agujas y tiras reactivas) para controlar la enfermedad, proveyendo en forma gratuita a aquellos chicos que no tienen cobertura social.